"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



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Por RORATE CÆLI -23/11/2014


sábado, 22 de marzo de 2014

Francisco: hereje y cismático


En este año de desgracias en la Iglesia, sólo se puede presentar a Francisco como un hereje y un cismático. Hereje porque predica una doctrina contraria a la verdad, que es Cristo. En su doctrina no se guarda el depósito de la fe, sino que se va en contra de toda la Tradición, del Magisterio Auténtico de la Iglesia y del Evangelio.

Francisco es cismático porque ha puesto una obra que divide a la Iglesia: su gobierno horizontal. Y ese cisma, encubierto ahora, será la raíz de todos los males que se van a producir en la Iglesia.
Francisco ha dicho muchas cosas, pero damos sólo las más importantes.

1. La noche de su elección, Francisco se presentó como «Obispo de Roma», sin pronunciar la palabra «Papa». Pero, lo más importante, es que se ha dedicado, en este año, a rebajar y a anular el Papado. Apareció con una cruz masónica, que es la que lleva comúnmente. Una cruz en la que aparece una paloma, que es símbolo de la libertad, un Jesús, que está en medio de una multitud, que representa la igualdad; y que carga en sus hombros una oveja, que es símbolo de la fraternidad.

2. Antes de impartir la bendición apostólica a los fieles congregados en la plaza San Pedro, Francisco pidió a la muchedumbre que rezara primero por él para que Dios lo bendijese. Se pide la bendición al pueblo, porque es lo más importante en su iglesia. Es la iglesia del pueblo, pero no la Iglesia de Cristo. Es la iglesia que ha fundado el pueblo en su caminar por toda la historia. Jesús, para Francisco, es uno más del pueblo, que inició una iglesia, que hay que vivirla en el pueblo y para el pueblo. Ya no es necesario dar la bendición que viene de lo alto, porque el sacerdote está para servir al pueblo, no tiene autoridad; la tiene el pueblo. Hay que pedírsela al pueblo. Esto sólo representa su política comunista, pero no es un acto de humildad; porque la misión de todo sacerdote es bendecir al pueblo, no pedir la bendición. Un sacerdote no pide la bendición al hombre, sino que le da al hombre las cosas de Dios. Pero a Francisco le gusta ser popular entre la gente, ser uno más entre los hombres, llegar con estos gestos heréticos a las personas.

3. El 16 de marzo de 2013, al final de la audiencia otorgada a los periodistas del mundo entero, en la sala Pablo VI del Vaticano, Francisco les dio una bendición totalmente protestante, una «bendición silenciosa, respetando la conciencia de cada uno». No se dignó a hacer el signo de la Cruz sobre la multitud de periodistas ni a pronunciar el santo nombre de las Tres Personas Divinas. Porque no cree en un Dios católico, sino en su dios, en su concepto de dios.

4. Durante esa misma audiencia dijo que deseaba «una Iglesia pobre para los pobres». Es el deseo de un hombre, pero no de un sacerdote que debe ser otro Cristo, y debe querer una Iglesia para salvar y santificar las almas, ya de los ricos, ya de los pobres. A los periodistas les dio su doctrina comunista, que es contraria al Evangelio.

5. La Santa Cena del Señor, de la Semana Santa del 2013, no fue celebrada en la Basílica de San Pedro, ni en la Catedral de San Juan de Letrán, como es el protocolo, la costumbre en Roma, para así acoger a todos los peregrinos del mundo entero que están en Roma en esas fechas, y unirse a todo el clero romano; sino que Francisco fue a una cárcel, a un centro de detención de menores de Roma. Y, en ese lugar, cometió el sacrilegio de lavar los pies a dos mujeres y, entre los hombres, había musulmanes. Rebajó el culto divino celebrando una Misa en un lugar no santo, no sagrado; no predicó sobre la Eucaristía, sobre el significado de la Institución de este Sacramento; no hubo clero, no hubo fieles, invitando a participar en la ceremonia a infieles. Claro ejemplo de su falta de fe en Cristo y en el Sacerdocio de Cristo. A Francisco sólo le interesaba salir en la foto lavando los pies a las mujeres y haciendo una ceremonia para gente marginada por la sociedad, para así dar la nota de que él ama a todo el mundo y se preocupa de todo el mundo. Francisco vive para la sociedad, para hacer vida social, para imitar a los hombres en la sociedad; no vive para Cristo, para imitar a Cristo en su sacerdocio ni en la Iglesia.

6. El 13 de abril del 2013, a un mes de estar en la Silla de Pedro, anuncia que ha decidido poner en la Iglesia un gobierno horizontal, que se hace efectivo en Octubre de ese año. Con ello, Francisco abre el cisma dentro de la Iglesia. Se opone al dogma de la Verticalidad en la Iglesia y, en consecuencia, a todo el Papado. Se rebaja y se anula el Papado en la Iglesia. El gobierno horizontal es su obra cismática, propia de un anticristo en la Iglesia. Es un pecado en contra del Espíritu Santo; es decir, una blasfemia, de la cual no hay perdón. El Espíritu Santo enseña en la Iglesia a tener un Vértice. Todo aquel que anule el Vértice comete el pecado contra el Espíritu. Es un pecado contra la Iglesia, contra el Espíritu de la Iglesia. No es un pecado contra Cristo, sino contra la Obra de Cristo, que es la Iglesia. Porque la Iglesia es regida por el Espíritu de Cristo. Y todo aquel que peque contra la Iglesia, está pecando contra el Espíritu de Cristo, no contra Cristo. Y, por eso, ese pecado es una blasfemia y no tiene perdón. Y la consecuencia de esta blasfemia es clara: del gobierno horizontal saldrá la destrucción de toda la Iglesia. Es una obra del demonio en el Vértice de la Iglesia. En esa obra, se destruye el Vértice y todo lo demás en la Iglesia.

7. Con ocasión de las JMJ celebradas en julio 2013 en Río de Janeiro, Francisco declaró, durante una entrevista de prensa concedida a la televisión brasilera, que «si un niño recibe su educación de los católicos, protestantes, ortodoxos o judíos, eso no me interesa». Lo que le interesa es «que lo eduquen y que le den de comer». Enseñarle a vivir de fe, enseñarle la ley moral, eso ya no es cuestión de la Iglesia ni de las familias, porque hay que estar en la Iglesia y tener hijos para el mundo, no para Dios, no para el Cielo, sino para el infierno. Los hombres deben aprender, desde pequeños, a abrazar los postulados errados que siguen los hombres y el mundo.

8. Con ocasión de su homilía en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el 22 de mayo de 2013, Francisco dijo que “El Señor nos ha redimido con la sangre de Cristo, a todos, no sólo a los católicos”, y que de este modo todos los hombres se convierten en «hijos de Dios»: “Esta es la sangre que nos hace hijos de Dios». Y Francisco confunde las cosas en su mente, porque pone la bondad del hombre en ser creado por Dios, pero se olvida del pecado del hombre: “El Señor nos ha creado a su imagen; y si Él hace el bien, todos tenemos en nuestro corazón este mandamiento: Haz el bien y no hacer el mal. Todos”. La imagen de Dios en el hombre es diferente a la ley divina escrita en cada corazón. Pero a Francisco esto le interesa muy poco, porque va a lo que va: a negar el pecado. La Sangre de Cristo no produce el ser hijo de Dios, sino que redime, es decir, pone al hombre un camino de Misericordia en la Justicia del Padre, un camino de salvación, pero no de justificación. Hay que merecer salvarse, santificarse, ser justo. Y esto es lo que niega Francisco en los que no son católicos. Tambièn ellos se salvan porque son buenos por creación divina. Sólo el Bautismo es lo que hacer ser hijo de Dios. Y el Bautismo es un Gracia conquistada por la Sangre de Cristo.

9. Francisco organizó una jornada de oración y de ayuno por la paz en Siria, lo que es en sí mismo algo laudable, pero extendió la invitación «a todos los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de cada religión, así como a los hermanos y hermanas no creyentes». Sólo Dios escucha la oración del humilde, es decir, del que se aleja del pecado, del error, de la mentira, de una vida de engaño y de pecado. Y, por tanto, no se puede invitar a la oración para conseguir la paz a aquellos que, por su vida de pecado, están en guerra con el Señor y, en consecuencia, con todos los hombres. Porque la paz entre los hombres es el fruto de una vida piadosa, vida de fe, vida de gracia, vida espiritual. De otra manera, se está diciendo que tanto fieles como infieles son buenos ante Dios y, en sus vidas de pecado, también Dios los escucha. Dios no da la paz al hombre sin darle la paz a su corazón. Y el corazón no encuentra la paz si no se aleja de su pecado. La Iglesia tiene que dirigirse a los suyos, a sus almas, no a los infieles del mundo para solucionar un conflicto en el mundo; porque sólo en la Iglesia está el camino verdadero para dar solución a cualquier problema en el mundo: el camino de la Cruz, que el mundo no quiere aceptar. El camino de la penitencia: oración y ayuno, pero en la Gracia del Señor, no en el pecado del alma.

10. Francisco recibió a José Mújica, presidente del Uruguay, el sábado 1 de junio con motivo de una larga audiencia privada. Luego de ella declaró a la prensa sentirse «muy feliz de haber podido discutir con un hombre sabio». Este hombre «sabio» fue miembro de los Tupamaros, una de las principales organizaciones terroristas latino-americanas durante los años 60’/70’. Pasó 15 años en la cárcel, condenado por asesinato, secuestro y actos de terrorismo. Fue liberado en 1985, «amnistiado» por el gobierno de Julio Sanguinetti. Mujica se negó a asistir a la ceremonia de inauguración del nuevo pontificado, en razón de su ateísmo militante. Su gobierno aprobó la ley autorizando el aborto en octubre de 2010, la del «matrimonio» homosexual y de la adopción «homo-parental» en abril de 2013 y la de la legalización del cultivo, la venta y el consumo de marihuana en diciembre de 2013. Estos son los hombres sabios de los que Francisco se rodea y aplaude para decretar la ruina de la Iglesia.

11. Su primer viaje oficial tuvo por beneficiario a gente de otra religión: el 8 de julio acudió a Lampedusa, en memoria de los inmigrantes clandestinos musulmanes, que se ahogaron tratando de alcanzar esa isla italiana desde África en el transcurso de los últimos quince años. Con esto Francisco quiere darle al mundo lo primero, lo principal; pero se olvida de la Iglesia, olvida que se es sacerdote para las almas de Cristo. Francisco es un hombre para las almas del mundo, para la gente que no ama ni a Cristo ni a la Iglesia.

12. En una conferencia de prensa dada el 29 de julio de 2013, en el vuelo entre Río de Janeiro y Roma, de regreso de las JMJ, Francisco pronunció la frase siguiente: «Si una persona es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?» En la entrevista concedida por Francisco a las revistas culturales jesuitas los días 19, 23 y 29 de agosto y publicada en l’Osservatore Romano del 21 de septiembre, Francisco dio a conocer mejor su pensamiento sobre los homosexuales: «En Buenos Aires recibí cartas de personas homosexuales, heridas socialmente, porque se sienten desde siempre condenados por la Iglesia. Pero eso no es lo que la Iglesia quiere. Durante el vuelo de regreso desde Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y está buscando a Dios, yo no soy quien para juzgar. Al decir eso, dije lo que indica el Catecismo. La religión tiene derecho a expresar su opinión al servicio de las personas, pero Dios nos ha creado libres: la injerencia espiritual en la vida de la gente no es posible. Un día alguien me preguntó de manera provocante si yo aprobaba la homosexualidad. Yo le respondí con otra pregunta: ‘‘Dime: Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza condenándola?’’ Siempre hay que considerar a la persona. Entramos aquí en el misterio del hombre. En la vida cotidiana, Dios acompaña a la gente y nosotros debemos acompañarla tomando en cuenta su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando esto sucede, el Espíritu Santo inspira al sacerdote para que diga la palabra más adecuada.» En este pensamiento se ve claro la herejía de Francisco. Para Francisco lo que importa es la libertad de la persona. Como Dios ha creado libres a las personas, entonces que cada persona elija su vida. Ésta es su herejía. Siempre Francisco va a la raíz de su pecado: el hombre es bueno por naturaleza. Éste es su pecado. Francisco no ve el mal que hace el mismo hombre en la Creación, en el Paraíso. Ese mal no lo llama pecado, sino otra cosa. Y, por eso, Francisco tiene que anular la ley natural: el hombre es para una mujer; la mujer es para un hombre. Esta ley natural, que está inscrita en cada ser humano, sea hombre o mujer, queda anulado por la libertad que Francisco da a al hombre: Dios nos ha creado libres. Francisco pone la imagen de Dios en el hombre en ser bueno el hombre. No comprende lo que es la imagen ni la semejanza de Dios en el hombre, porque sólo se fija en la bondad del hombre: el hombre es bueno porque Dios lo ha creado bueno, y lo ha hecho libre. Al anular el pecado, no puede comprender lo que es un homosexual. Sólo lo mira de forma humana. Y, por eso, cae en su sentimentalismo: “Hay que acompañar con misericordia”. Es su misericordia sin verdad, sin ley divina, sin ley moral, sin ley natural, porque, para él sólo hay una razón: el homosexual es bueno; Dios lo ha hecho libre. Hay que dejarle que viva su vida. No hay que juzgarlo. Y, entonces, anula lo que es la ley divina:“La religión tiene derecho a expresar su opinión al servicio de las personas”. La Iglesia tiene derecho a decir la Verdad sobre el homosexualismo; no tiene derecho a opinar sobre el homosexualismo. Francisco se carga todo, porque es un hombre sin fe divina; sólo anclado en su fe humana, que es su comunismo, su protestantismo, su marxismo, su condición masónica.

13. El 28 de agosto, Francisco recibió en la basílica de San Pedro un grupo de 500 jóvenes peregrinos de la diócesis de Piacenza. Hacia el final, les pidió: «recen por mí, porque este trabajo es insalubre, no hace bien». Francisco busca su bien humano en su vida humana y, por tanto, no le gusta trabajar en la Iglesia. Quiere sus comodidades, sus asuntos humanos, sus conquistas humanas. Y la Iglesia es para otra cosa, que a él no le gusta. A él le gustaría una iglesia más popular, más de la comunidad, más social, mas mundana, mas profana, más pecadora. Y, por eso, no le gusta hacer cosas santas, sagradas, divinas, porque su alma está ennegrecida por su pecado.

14. En el reportaje concedido a las revistas culturales jesuitas, efectuado por el Padre Antonio Spadaro s.j., director de La Civiltà Cattolica, en el mes de agosto y publicado en L’Osservatore Romano del 21 de septiembre, Francisco expresó : «Por supuesto, en ese buscar y encontrar a Dios en todas las cosas, queda siempre una zona de incertidumbre. Debe existir. Si alguien dice que encontró a Dios con una certeza total y que no deja ningún margen de incertidumbre, significa que algo no funciona (…) El riesgo de buscar y de hallar a Dios en todo es entonces la voluntad de explicitar demasiado; de decir con certeza humana y arrogancia: ‘‘Dios está aquí’’. Así sólo encontraremos un Dios a nuestra medida (…) Quien hoy día no aspira sino a soluciones disciplinares, quien tiende de manera exagerada a la ‘‘seguridad’’ doctrinal, quien busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, tiene una visión estática y no evolutiva. De este modo, la Fe se vuelve una ideología como cualquier otra». Francisco reiteró la misma idea en su Mensaje para la jornada de las comunicaciones sociales, presentado el 23 de enero, en el cual sostiene que «dialogar significa estar convencido que el otro tiene algo bueno para decirnos, hacerle un lugar a su punto de vista, a sus proposiciones. Dialogar no significa renunciar a sus propias ideas y tradiciones, pero sí a la pretensión de que sean únicas y absolutas». Para Francisco, no existe la Verdad Absoluta y, por tanto, no existe la ley divina ni la ley natural. No existe una Iglesia que posea toda la Verdad. No existe una doctrina de dogmas, de verdades absolutas. No existen soluciones disciplinares. El hombre no puede encontrar a Dios con certeza absoluta, porque Dios existe, pero no es algo personal, no es algo absoluto, no es algo concreto. Hay que comprender a Dios en todas las cosas, en todos los hombres, en todas las culturas, en toda la historia. Francisco tiene que caer en el paganismo y en su dios: todo es dios. Toda verdad relativa se hace absoluta en el pensamiento del hombre. Es el culto a la mente del hombre que le lleva al hombre a obrar sólo lo bueno humano, sin poder discernir la Verdad de lo divino ni, por tanto, el bien divino. Francisco anula la fe divina al poner en el hombre la verdad: “dialogar significa estar convencido que el otro tiene algo bueno para decirnos”. Para amar al prójimo no hay que buscar una palabra en el prójimo, sino que hay que darle la Voluntad de Dios, la ley de Dios, la ley natural, el mandamiento divino, la norma de moralidad, que sólo es posible cuando no se anula la Verdad Absoluta. El diálogo mata la fe en Dios y pone la vida en la fe de cada hombre. Pero Francisco quiere amar al prójimo con la palabra del hombre, con la idea del mundo, con la conquista de la ciencia. Por eso, tiene que anular toda Verdad, toda certeza, a un Dios que sea personal, para el hombre. Tiene que ofrecer a un dios que sea para todo el mundo, para todo hombre. Un dios basado en una relación, en un pensamiento relativo, no absoluto.

15. En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (§ 247 a 249), publicada el 24 de noviembre, Francisco afirma que la Antigua Alianza «no ha sido nunca revocada», que no debe considerarse al judaísmo talmúdico actual como a «una religión extranjera» ni decir que los judíos estén llamados a «convertirse al verdadero Dios», puesto que juntos creemos «en el único Dios que actúa en la historia» y «acogemos con ellos la común Palabra revelada». Francisco prosigue diciendo: «Dios sigue obrando en el pueblo de la primera Alianza y hace nacer tesoros de sabiduría que brotan de su encuentro con la Palabra divina. Por eso, la Iglesia también se enriquece cuando acoge los valores del judaísmo (…) Existe una rica complementariedad que nos permite leer juntos los textos de la Biblia hebraica y ayudarnos recíprocamente para profundizar las riquezas de la Palabra». Francisco es un hombre que ama a los hombres, pero no ama a Cristo en los hombres; no ve la Verdad de Cristo en cada hombre y, por eso, no sabe discernir las Palabras de Dios sobre los judíos. Francisco sólo se llena de palabras humanas para acoger a todos los hombres, pero no es capaz de dar a ningún hombre la Palabra del Evangelio una Palabra de Verdad sobre su vida. Y, así, debe caer de forma necesaria en esta herejía.

16. En una entrevista mantenida con el periodista ateo Eugenio Scalfari el 24 de septiembre en el Vaticano, publicada por el cotidiano izquierdista La Repubblica el 1 de octubre, Francisco puso en claro su doctrina comunista: «Los males más graves que afligen al mundo hoy son el desempleo de los jóvenes y la soledad en la que son abandonados los ancianos». A renglón seguido, dice: «El proselitismo es soberanamente absurdo, no tiene ningún sentido. Hay que conocerse, escucharse mutuamente y aumentar el conocimiento del mundo que nos rodea (…) Creo que ya he dicho al comienzo que nuestro objetivo no es el proselitismo sino la escucha de las necesidades, de los deseos, de las ilusiones perdidas, de la desesperación y de la esperanza. Tenemos que devolverles la esperanza a los jóvenes, ayudar a los viejos, mirar al futuro, propagar el amor». Éste es el pensamiento de un masón, de un humanista, de un libre pensador, pero no de un sacerdote ni menos de un Obispo. Porque los males más graves que afligen, no sólo al mundo, sino a la Iglesia, es el pecado. Esto es lo que niega Francisco, la raíz espiritual de todos los males en los hombres; para fijarse sólo en la apariencia externa de todos los males. Y, por eso, quiere resolver todos los problemas con su concepto del bien y del mal: «Todo ser humano posee su propia visión del bien y del mal. Nuestra tarea reside en incitarlo a seguir el camino que el considere bueno (…) No dudo en repetirlo: cada uno tiene su propia concepción del bien y del mal, y cada uno debe escoger seguir el bien y combatir el mal según su propia idea». Esta es la doctrina del protestantismo, totalmente contraria a la doctrina católica. Pero Francisco tiene este concepto del bien y del mal por su fe masónica: «Yo creo en Dios. No en un Dios católico, porque no existe un Dios católico, existe Dios (…) Por mi parte, observo que Dios es luz que ilumina las tinieblas, incluso si no las disipa, y que una chispa de esta luz divina se encuentra dentro de cada uno de nosotros (…) (Pero) la trascendencia permanece, porque esta luz, toda la luz que se encuentra en todos, trasciende el universo y las especies que lo habitan durante esta fase». Si no cree en la Santísima Trinidad, ¿para qué está en la Iglesia Católica?

17. Con ocasión de su homilía en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el 28 de octubre de 2013, Francisco dijo que “Es el intercesor, el que reza, y reza a Dios con nosotros y ante nosotros. Jesús nos ha salvado, hizo esta gran oración, su sacrificio, su vida, para salvarnos, para justificarnos: estamos justificados gracias a Él. Ahora se ha ido, y reza ¿Pero Jesús es un espíritu? ¡Jesús no es un espíritu! Jesús es una persona, un hombre, con carne como la nuestra, pero en la gloria. Jesús tiene las llagas en las manos, en los pies, en el costado y cuando ora al Padre muestra este precio de la justificación, y reza por nosotros, como diciendo: ‘Pero, Padre, que esto no se pierda’”. Decir que Jesús no es un espíritu, sino que está en la gloria como hombre, es anular todos los dogmas en la Iglesia. En estas pocas palabras, está todo el pensamiento de Francisco sobre Jesús y sobre la Iglesia. Por eso, lleva a la Iglesia hacia su ruina más total.

18. Durante una homilía pronunciada el viernes 20 de diciembre en la capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano, Francisco dijo palabras escandalosas sobre la Virgen María: «Ella estaba silenciosa, pero en su corazón, ¡cuántas cosas le decía al Señor! ¡Tú, aquel día, me dijiste que sería grande; me dijiste que le darías el trono de David, su padre, que reinaría para siempre y ahora lo veo aquí! ¡La Virgen era humana! Y tal vez tenía ganas de decir: ¡Mentiras! ¡Me han engañado!» Francisco atribuye a María sentimientos de rebeldía, de duda, ante el dolor de Su Hijo. Estas palabras no sólo son escandalosas, sino una blasfemia contra la Pureza de la Virgen María. Decía San Alfonso María de Ligorio: «Contemplemos unos instantes la amargura de esta pena, que hizo de la divina Madre la Reina de los mártires, dado que su martirio sobrepasa el de todos los mártires (…) Como la Pasión de Jesús comenzó a su nacimiento, según San Bernardo, así María, semejante en todo a su divino Hijo, sufrió el martirio durante toda su vida». En María ni había rebeldía ni pudo haberla, sino una completa sumisión a la Voluntad de Dios desde el principio: “He aquí la Esclava del Señor. Hágase en Mí según Tu Palabra”.

19. En sus mensajes a la Cuaresma de este año 2014, está su doctrina comunista y protestante. Una Cuaresma para hacer dinero, para ocuparse de los problemas de los hombres, para un encuentro con todos los hombres, para un abrirse a la mentalidad del mundo: “A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. (…) En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir”. No hay una enseñanza de Francisco ni en cómo resolver el pecado en la vida espiritual, ni en cómo combatir al demonio, que es el maestro del pecado en los hombres, es el que enseña a pecar; ni cómo expiar los pecados, que producen cantidad de males entre los hombres, en la sociedad, en todo el espectro humano. Francisco no alimenta las almas con la verdad, sino la mente con la mentira.

Y podríamos seguir, pero queda bien claro lo que es Francisco: un hombre que predica la mentira y que obra el engaño. Y de estas dos cosas, que son sus dos pecados, nace todo lo que obra en la Iglesia. Mentiroso para llegar a las mentes de los hombres; engañador de almas, para llevarlas a lo más profundo del infierno.

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