"He venido por TODOS mis HIJOS con el deseo de
acercarlos a Nuestros Corazones"




El Señor expuesto las 24  horas del día en vivo y en directo

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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



HORA DE SAN JOSÉ
Para hacer los:
Domingos a la 21 horas
 Domingos 09:00 PM




Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
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¡Inscribe a las tuyas! ¡Reza por todas!
Por RORATE CÆLI -23/11/2014


domingo, 29 de septiembre de 2013

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

LAS VIRTUDES

1803 “Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Flp 4, 8).
La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.

«El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios» (San Gregorio de Nisa, De beatitudinibus, oratio  1).


1804 Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.
Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino.

Distinción de las virtudes cardinales

1805 Cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental. Por eso se las llama “cardinales”; todas las demás se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. “¿Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza” (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura.

1806 La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. “El hombre cauto medita sus pasos” (Pr 14, 15). “Sed sensatos y sobrios para daros a la oración” (1 P 4, 7). La prudencia es la “regla recta de la acción”, escribe santo Tomás (Summa theologiae, 2-2, q. 47, a. 2, sed contra), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es llamada auriga virtutum: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.

1807 La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada “la virtud de la religión”. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo. “Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo” (Lv 19, 15). “Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo” (Col 4, 1).

1808 La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. “Mi fuerza y mi cántico es el Señor” (Sal 118, 14). “En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).

1809 La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar “para seguir la pasión de su corazón” (cf Si 5,2; 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: “No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena” (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada “moderación” o “sobriedad”. Debemos “vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente” (Tt 2, 12).

«Nada hay para el sumo bien como amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente. [...] lo cual preserva de la corrupción y de la impureza del amor, que es los propio de la templanza; lo que le hace invencible a todas las incomodidades, que es lo propio de la fortaleza; lo que le hace renunciar a todo otro vasallaje, que es lo propio de la justicia, y, finalmente, lo que le hace estar siempre en guardia para discernir las cosas y no dejarse engañar subrepticiamente por la mentira y la falacia, lo que es propio de la prudencia» (San Agustín, De moribus Ecclesiae Catholicae, 1, 25, 46).

Las virtudes y la gracia

1810 Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas.

1811 Para el hombre herido por el pecado no es fácil guardar el equilibrio moral. El don de la salvación por Cristo nos otorga la gracia necesaria para perseverar en la búsqueda de las virtudes. Cada cual debe pedir siempre esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos, cooperar con el Espíritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y guardarse del mal.


1812 Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.

1813 Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13).

La fe

1814 La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe “el hombre se entrega entera y libremente a Dios” (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo [...] vivirá por la fe” (Rm 1, 17). La fe viva “actúa por la caridad” (Ga 5, 6).

1815 El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella (cf Concilio de Trento: DS 1545). Pero, “la fe sin obras está muerta” (St 2, 26): privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo.

1816 El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: “Todos [...] vivan preparados para confesar a Cristo ante los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia” (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: “Todo [...] aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos” (Mt 10, 32-33).

La esperanza

1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb 10,23).  “El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tt 3, 6-7).

1818 La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.

1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio (cf Gn 17, 4-8; 22, 1-18). “Esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones” (Rm 4, 18).

1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en “la esperanza que no falla” (Rm 5, 5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, que penetra... “a donde entró por nosotros como precursor Jesús” (Hb 6, 19-20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: “Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación” (1 Ts 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación” (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear.

1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, “perseverar hasta el fin” (cf Mt 10, 22; cf Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que “todos los hombres [...] se salven” (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo:

«Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de Jesús, Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)

La caridad

1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.

1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos “hasta el fin” (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor” (Jn 15, 9). Y también: “Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15, 12).

1824 Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: “Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Jn 15, 9-10; cf Mt 22, 40; Rm 13, 8-10).

1825 Cristo murió por amor a nosotros cuando éramos todavía “enemigos” (Rm 5, 10). El Señor nos pide que amemos como Él hasta a nuestros enemigos (cf Mt 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano (cf Lc 10, 27-37), que amemos a los niños (cf Mc 9, 37) y a los pobres como a Él mismo (cf Mt 25, 40.45).

El apóstol san Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: «La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta» (1 Co 13, 4-7).

1826 Si no tengo caridad —dice también el apóstol— “nada soy...”. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma... si no tengo caridad, “nada me aprovecha” (1 Co 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (1 Co 13,13).

1827 El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es “el vínculo de la perfección” (Col 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino.

1828 La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del “que nos amó primero” (1 Jn 4,19):

«O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda [...] y entonces estamos en la disposición de hijos» (San Basilio Magno, Regulae fusius tractatae prol. 3).

1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión:

«La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos» (San Agustín, In epistulam Ioannis tractatus, 10, 4).


1830 La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.

1831 Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

«Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana» (Sal 143,10).

«Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios [...] Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo» (Rm 8, 14.17)

1832 Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: “caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad” (Ga 5,22-23, vulg.).


1833 La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien.

1834 Las virtudes humanas son disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Pueden agruparse en torno a cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

1835 La prudencia dispone la razón práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.

1836 La justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.

1837 La fortaleza asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien.

1838 La templanza modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la moderación en el uso de los bienes creados.

1839 Las virtudes morales crecen mediante la educación, mediante actos deliberados y con el esfuerzo perseverante. La gracia divina las purifica y las eleva.

1840 Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo.

1841 Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13). Informan y vivifican todas las virtudes morales.

1842 Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que Él nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe.

1843 Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla.

1844 Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el “vínculo de la perfección” (Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes.


1845 Los siete dones del Espíritu Santo concedidos a los cristianos son: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

viernes, 27 de septiembre de 2013

La Iglesia no puede seguir insistiendo "solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos".

Frases lapidarias o Bergogliadas

F._"La Iglesia no puede seguir insistiendo "solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos"."

A.-Parece mentira, pero, lo ha dicho, aunque después que la frase ha salido en todos los medios dice... todo lo contrario.. .¡¿?!

F.-"...La cuestión para quien no cree en Dios es obedecer a su propia conciencia”, responde Francisco a la pregunta sobre si el Dios de los cristianos perdona a quien no cree..." 

A.- Entonces, para qué, Dios nos dio, los Diez Mandamientos? ¿?
Parece, con lo que Vd, dice, que seamos capaces de tener recta conciencia sin Dios.
¿Y si Dios, nos los dio, entonces por que lo hizo?, es que El, El Dios que nos Creó, no nos conocía? no sabía que teníamos que venir al mundo, con "el libro de instrucciones", Los Diez Mandamientos, porque, nacíamos, con tendencia al pecado, por culpa del pecado original, ?.
Entonces, con este razonamiento, ¿que debemos pensar acerca del misterio de la Redención, del Misterio de la Cruz, del atroz sufrimiento de Jesús en su Dolorosa Pasión?. El cual, vino al mundo a Crucificarse, para morir de muerte cruel para salvarnos y abrirnos las puertas del Cielo, que debemos pensar de este inmenso Amor de Dios, inabarcable para la criatura humana? de verdad, hacía falta tanto sufrimiento? si, obedeciendo nuestra propia conciencia ya estaba resuelto..., pero, Dios no nos dijo eso, si no que mandó a su Único Hijo Jesucristo, para que nos diera Testimonio de la Verdad.
Podemos salvarnos obedeciendo nuestra propia conciencia??
Adán y Eva siguieron su propia conciencia, no se detuvieron a pensar si estaba bien o mal desobedecer a Dios y pecaron... y Dios los echó del Paraíso. Nosotros descendientes de Adán y Eva, nosotros que llevamos el pecado original intrinsicamente unido a nuestro ser desde nuestro nacimiento, podemos salvarnos sin Dios? obedeciendo solo nuestra propia conciencia?
Entonces con esta teoría, si un ateo se salva siguiendo su propia conciencia, un cristiano, puede preguntarse, para qué voy a sacrificarme obedeciendo las Leyes de Dios, si para salvarse no hacen falta, pero, ya sabemos donde nos llevará el camino ancho y también que seguir a Cristo, es seguir el camino estrecho, pues no es más, el discípulo que el maestro.
Primero que lo que hacemos, siendo ateos es apartar a Dios de nuestra vida, y no quererlo reconocer como a Nuestro Creador, Nuestro Padre, Nuestro Dios y Señor de todas las cosas, en un "no te serviré", más o menos consciente, y esto considerándonos buenas personas, no creyentes (los de no robo, no mato, pero la Iglesia, no) dejando de obedecer el primer mandamiento "Amarás a Dios sobre todas las cosas" .
Decir esto: "...La cuestión para quien no cree en Dios es obedecer a su propia conciencia”, es demasiado ambiguo...por no decir otra cosa, porque puede haber un@ o mil ate@s, que su propia consciencia les dicte, vivir en concubinato, abortar...tomar anticonceptivos...etc...etc, y... entonces? ¿?
Un poco de caridad cristiana..., por el amor de Dios, hay que hablar a las personas claramente sobre su propio destino Eterno.
Sí.., Dios es la misma Misericordia..., Dios perdona siempre..., pero, también es la misma Justicia,
Y hay que pedir perdón, como dijo San Agustin (Obispo de Hipona): Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti. 

F.-"Cristianos sin Cristo hay muchos, como los que “buscan sólo devociones, muchas devociones, pero Jesús no está. ¡Y entonces te falta algo, hermano! Te falta Jesús. Si tus devociones te llevan a Jesús, entonces bien. Pero si te quedas ahí, entonces algo no marcha”. Después está “otro grupo de cristianos sin Cristo: los que buscan cosas un poco raras, un poco especiales, los que van detrás de las revelaciones privadas”

A.- Que quiere decir? que por ejemplo, los que tienen Devoción a la Divina Misericordia?, la Devoción a la Sangre de Jesús?, la Devoción al Santo Rosario?, la Devoción a las Santas Llagas de Jesús? la Devoción al Via Crucis?...etc...ect, y tantas..., cientos de devociones que forman parte de la religiosidad del pueblo de Dios,  que Jesús mismo ha revelado a tantos Santos y Santas, y que ell@s, a lo largo de los siglos, se han encargado de transmitir a la Iglesia....que estos, son cristianos sin Cristo? que quiere decir, pues?, que Jesús no está? ¿? donde no está ? no está en el corazón del que la reza?, o, no está en la devoción? ¿?
Sí puede no estar en el corazón, esto indica que hay que formar a las almas, catequizarlas, hacer amar más a Jesús, en la Eucaristía, en el Santísimo Sacramento, exponer al Señor con amor, arrodillándose ante Su Majestad, como decía y hacía Santa Teresa de Jesús.
Dando la comunión en la boca y de rodillas, enseñando con el ejemplo, como hay que ir a recibir a un Rey, nada más, ni nada menos que al Rey de los Cielos y la Tierra, no desacralizando!!
Papa Benedicto, cuanta falta nos haces!!

Los que no son devotos...no rezan devociones
Que la devoción tendría que ser mejor evidentemente, como hemos dicho, para esto está también la Iglesia, ¿no? para formar a sus hijos. para enseñar al que no sabe, que es una obra de misericordia.

Devociones, en donde no está Jesús?,  a que se refiere, a devociones populares, como la devoción a San Judas Tadeo, la devoción a Santa Rita.., etc...etc...? éstas que.... si la rezas tantos días...seguidos, y tal y tal... te darán suerte... te tocará la loteria....etc...,etc... Estas no son devociones, éstas son supersticiones y para qué, está la Iglesia, si no para formar....hay que leer los Evangelios, sí, pero, la Iglesia debe formar...e informar...

Menos mal, que San Judas Tadeo y Santa Rita..., en el Cielo, están por encima de la ignorancia humana, y con que amor deben sonreir y obtener de Dios las gracias, para darlas igualmente a la persona que con buena voluntad les reza este tipo de novenas..., Dios es Misericordioso, Sí, y Vd, lo dice muy a menudo.
Todos sabemos que se puede rezar a San Judas Tadeo y Santa Rita, en una devoción normal, con imprimatur.

Evidentemente, si se reza por superstición. Dios no dará ninguna gracia, tanto a través de los Santos, como si no, si a Dios se le convierte solo en un mero hacedor de milagros, o a un mago.
Algunas de estas devociones las han hecho suyas los de la "Nueva Era",  esto  sí  que  sería  un  tema a poner al corriente, por la Iglesia, y muy seriamente, pues, hay fieles que andan como ovejas sin pastor, pero Vd, sin embargo dice que la Iglesia esta en su mejor momento ¡¿?! 

Aparte de los incondicionales, que le aplauden todo, diga lo que diga, y todo lo justifican..., y mucho cuidado que no se haga lo mismo, y se use el cerebro el cuál Dios nos ha dado para pensar y que nos ha hecho libres para usarlo. Los demás sufridos fieles, hemos de estar todos los días, intentando desmenuzar punto por punto, deshaciendo entuertos, porque en donde digo "Digo", decía "Diego". Pues, hay que ver como somos, que  no entendemos nada...?
Pero, esta desorientación y falta de estabilidad hace sufrir... 

Sin embargo Jesús dijo: di al No, No, y al Si, Sí. 

Otra frase, que llama poderosamente la atención es: "...cristianos "sin Cristo", los que buscan cosas un poco raras, un poco especiales, los que van detrás de las revelaciones privadas...”.
Por ejemplo, las revelaciones de la Salette,  Fátima, y otras tantas aprobadas por la Iglesia... las hay que no están aprobadas, pero, están aceptadas en espera de su aprobación y de las cuales están surgiendo muchas conversiones. ¿Son cosas un poco raras?, un poco especiales? ¿no llevan a Jesús?

Vd, quizás quiso decir que si un fiel se dedica a ir solamente a por la revelaciones "privadas", por morbosidad, sin hacer nada de lo que nos manda Dios y la Iglesia? claro está, esto está mal, pero, si no se especifica, puede confundir a muchas almas, que sí creen en las revelaciones y que no son cristianos sin Cristo, sí no todo lo contrario, intentan cumplir con Dios y con la Iglesia, hay que matizar a quién va dirigido, pues eso de generalizar así, puede confundir...o, ya es eso.


Por otro lado es díficil, que todas las apariciones estén aprobadas, pues, para  que  una  revelación  sea  aprobada  por  la  Iglesia,  primero  el,  o  la  vidente,  tienen que haber fallecido. 

Y si en estos tiempos, hay tanta proliferación de apariciones (eso no quita, que algunas no sean verdaderas) ¿no será porque el Cielo nos está avisando?, por que Dios nos ama y nos advierte de los peligros? tal como estamos experimentando en esta sociedad relativista y atea que estamos viviendo, donde a lo bueno, se le llama malo y a lo malo, bueno.

Dice Vd, "...Cristianos sin Cristo...los que van detrás de las revelaciones privadas..." ¿?
¿O, Dios Padre, Jesús y María vienen a nuestro encuentro con Amor, para advertirnos?
Debemos tener en cuenta que Dios nos puede estar hablando ahora..., sí, sí... ahora en esta época, tan apóstata, que no es diferente a otra respecto al poder de Dios, Dios nos habla ahora, o acaso Dios tiene menos poder ahora, que antes cuando hablaba a los profetas? diga quien lo diga?.

¿Que le vamos a decir cuando lleguemos al Tribunal de  Dios  y  veamos  que  sí,  que  Dios  realmente nos estaba hablando y le hicimos caso omiso? yo prefiero acogerme a estas disposiciones:

«En cuanto a las revelaciones privadas, es mejor creer que no creer en ellas; porque si crees y resultan ser verdaderas, te sentirás feliz de que creíste, porque Nuestra Santa Madre lo pidió. Y si resultan ser falsas, tú recibes todas las bendiciones como si fueran verdaderas, porque creíste que eran verdad.» (Papa Urbano VIII, 1636 )
SS. Pablo VI, con fecha 14 de Octubre de 1966, confirmó el Decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fé y permitió la publicación de escritos relacionados con apariciones sobrenaturales, "...la difusión de revelaciones privadas, no se anticipa al juicio de la Santa Madre Iglesia, Esposa Gloriosa de Cristo. Simplemente las propone a consideración de los hombres de buena voluntad..."

F-"..También la Iglesia es en cierto sentido viuda: su esposo se ha ido y ella camina en la historia esperando reencontrarle, encontrarse con Él. Entonces ella será la esposa definitiva”. Pero —advirtió— “entretanto la Iglesia está sola”, y el Señor no es para ella visible: así que “tiene una cierta dimensión de viudedad”.

A.- Esta es, otra frase llena de ambiguedad: "...también la Iglesia es en cierto sentido viuda..." su esposo se ha ido y ella camina en la historia esperando reencontrarle, encontrarse con Él." ¡¡¿?!!

La Santa Madre Iglesia es la Esposa Gloriosa de Cristo
, y ésta frase: “entretanto la Iglesia está sola” ¡¡¿?!!  y la otra, refiriéndose a que la Iglesia es en cierto sentido viuda: Me dejan perpleja y desconcertada, por no decir otra cosa..., intentos de quitar el sentido trascendental de la Eucaristía?, no quisiera, imaginar esto último...aunque, si tengo que ser sincera me viene a la cabeza.
Estás frases tan sonantes, podrían ser de alguna manera mensajes subliminales ¿¿?? /:(

-No devociones
-No revelaciones
-La Iglesia es en cierto sentido viuda...entretanto la iglesia está sola
-Obedecer su propia conciencia

Que le pasa a una viuda.  
DRAE: 1. adj. Se dice de la persona a quien se le ha muerto su cónyuge y no ha vuelto a casarse. U. t. c. s.

Francisco: "...También la Iglesia es en cierto sentido viuda: su esposo se ha ido y ella camina en la historia esperando reencontrarle...", "...entretanto la Iglesia está sola...
"...Si El Esposo de la Iglesia es Cristo y (Francisco dice: "...que El se ha ido y Ella, entretanto se ha quedado sola..."), no quiere decir todo esto, lo contrario a la verdad? para que?, que cada uno saque sus propias conclusiones.

Verdaderamente, Cristo Murió y Resucitó.

También dijo"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día."  Juan 6:54

Jesús dijo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".  (Juan 14:6) 

Jesús, es el Camino, y lo encontramos ya aquí en al Tierra, en la Eucaristía, anticipo del Cielo, en la Consagración El se hace Pan Vivo bajado del Cielo, para nosotros. 

Juan Pablo II: La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada

Juan Pablo II dijo: "Cristo Vive, en la Iglesia, está en nosotros portadores de esperanza e inmortalidad, si habéis encontrado a Cristo, vivid a Cristo, vivid con Cristo, y anunciadlo, en 3ª Persona, como auténticos testigos: Para mí, la vida es Cristo"

Juan Pablo II: "Sacerdote de la Nueva Alianza, resucitó y subió a los Cielos, para entrar así, en el Santuario Celeste y presentar al Padre perennemente la Sangre que un día derramó sobre la Cruz, es el mismo Cristo Quíen viene al altar. 
Ante la Sagrada Hostia volvemos a escuchar las dulces palabras:
" Venid a Mí, todos los que estáis fatigados y cansados,que Yo os aliviaré.   

Juan Pablo II: "La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento". 

Juan Pablo II: "La Eucaristía, «es, en cierto sentido, anticipación del Paraíso y «prenda de la gloria futura» [...] Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad". 

Juan Pablo II:  "Si la Eucaristía es centro y cumbre de la vida de la Iglesia, también lo es del ministerio sacerdotal. Por eso, con ánimo agradecido a Jesucristo, nuestro Señor, reitero que la Eucaristía es la principal y central razón de ser del sacramento del sacerdocio, nacido efectivamente en el momento de la institución de la Eucaristía y a la vez que ella".

Benedicto XVI:
Exhortación apóstolica
SACRAMENTUM CARITATIS
Sobre la Eucaristía fuente y culmen de la vida y de la Misión de la Iglesia ( Bellísimo)

Benedicto XVI
Alimento de la Verdad
2. En el Sacramento del altar, el Señor va al encuentro del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 27), acompañándole en su camino. En efecto, en este Sacramento el Señor se hace comida para el hombre hambriento de verdad y libertad. Puesto que solo la verdad nos hace auténticamente libres (cf. Jn 8, 36).
Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad.
(...)
(página, 8, del libro: "SACRAMENTUM CARITATIS")

http://books.google.es/books?id=7lIS3wCuQhwC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false

Rezo por Vd, todos los días.
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Carta de profundo contenido, escrita por la sutil pluma de una mujer muy valiente, que dice lo que siente y piensa, y lo que a mí me hubiera gustado decir...gracias Lucrecia!
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Escrito por: Lucrecia Rego de Planas el 26 Sep 2013 - URL Permanente


Comparto con ustedes la carta que envié esta mañana a nuestro Papa Francisco. Confío en que la recibirá en un par de días más a partir de hoy.

Huixquilucan, México, a 23 de septiembre del 2013

Muy querido Papa Francisco:
Me da mucho gusto tener esta oportunidad para saludarte.

Seguramente no te acordarás de mí y lo comprendo, pues, viendo a tanta gente cada día, debe ser muy difícil para ti recordar a todas las personas con las que has dialogado y convivido en algún momento de tu vida.

A lo largo de los últimos 12 años, coincidimos, tú y yo, varias veces, en algunas reuniones, encuentros y congresos eclesiales que se llevaron a cabo en ciudades de Centro y Sudamérica con distintos temas (comunicación, catequesis, educación), lo cual me dio la oportunidad de convivir contigo durante varios días, durmiendo bajo el mismo techo, compartiendo el mismo comedor y hasta la misma mesa de trabajo.

En aquel entonces, tú eras el Arzobispo de Buenos Aires y yo era la directora de un importante medio de comunicación católico. Ahora, tú eres nada más y nada menos que el Papa y yo soy… sólo una madre de familia, cristiana, con un esposo muy bueno y nueve hijos, que da clases de Matemáticas en la Universidad y que trata de colaborar lo mejor que puede con la Iglesia, desde el lugar en que Dios le ha puesto.

De aquellas reuniones en las que coincidimos hace ya varios años, recuerdo que en más de una ocasión te dirigiste a mí diciéndome:

– "Niña, decime Jorge Mario, que somos amigos", a lo que yo respondía asustada:

– "De ninguna manera, Sr. Cardenal! ¡Dios me libre de tutear a uno de sus príncipes en la Tierra!

Ahora, en cambio, sí me atrevo a tutearte, pues ya no eres el Card. Bergoglio, sino el Papa, mi Papa, el dulce Cristo en la tierra, a quien tengo la confianza de dirigirme como a mi propio padre.

Me he decidido a escribirte porque estoy sufriendo y necesito que me consueles.

Te explicaré lo que me sucede, tratando de ser lo más breve posible. Sé que te gusta consolar a los que sufren y ahora, yo soy uno de ellos.

Cuando te conocí por primera vez, siendo el cardenal Bergoglio, y durante esas convivencias cercanas, me llamaba la atención y me desconcertaba que nunca hacías las cosas como los demás cardenales y obispos. Por poner algunos ejemplos: eras el único entre ellos que no hacía la genuflexión frente al sagrario ni durante la Consagración; si todos los obispos se presentaban con su sotana o traje talar, porque así lo requerían las normas de la reunión, tú te presentabas con traje de calle y alzacuellos. Si todos se sentaban en los lugares reservados para los obispos y cardenales, tú dejabas vacío el sitio del cardenal Bergoglio y te sentabas hasta atrás, diciendo “aquí estoy bien, así me siento más a gusto”. Si los demás llegaban en un coche correspondiente a la dignidad de un obispo, tú llegabas, más tarde que los demás, ajetreado y presuroso, contando en voz alta tus encuentros en el transporte público que habías elegido para llegar a la reunión.

Al ver esas cosas, ¡qué vergüenza contártelo!, yo decía para mis adentros:

– “Uf… ¡qué ganas de llamar la atención! ¿por qué no, si quiere ser de verdad humilde y sencillo, mejor se comporta como los demás obispos para pasar desapercibido?”.

Mis amigos argentinos que también asistían a esas reuniones, notaban de alguna manera mi desconcierto, y me decían:

“No – "No eres la única. A todos nos desconcierta siempre, pues sabemos que tiene los criterios claros, ya que en sus discursos formales muestra unas convicciones y certezas siempre fieles al Magisterio y a la Tradición de la Iglesia; es un valiente y fiel defensor de la recta doctrina. Pero… al parecer, le gusta caerle bien a todos y estar bien con todos, así que puede un día decir un discurso en la TV en contra del aborto y, al día siguiente, en la misma TV, aparecer bendiciendo a las feministas pro-aborto en la Plaza de Mayo; puede decir un discurso maravilloso contra los masones y, unas horas después, estar cenando y brindando con ellos en el Club de Rotarios.”

Mi querido Papa Francisco, ése fue el Card. Bergoglio que conocí de cerca: un día charlando animadamente con Mons. Duarte y Mons. Aguer acerca de la defensa de la vida y de la Liturgia y, ese mismo día, en la cena, charlando, igual de animadamente, con Mons. Ysern y Mons. Rosa Chávez acerca de las comunidades de base y las terribles barreras que significan “las enseñanzas dogmáticas” de la Iglesia. Un día, amigo del Card. Cipriani y del Card. Rodríguez Maradiaga, hablando de la ética empresarial y en contra de las ideologías de la Nueva Era y, un rato después, amigo de Casaldáliga y Boff hablando de lucha de clases y de "la riqueza" que las técnicas orientales pueden aportar a la Iglesia.

Con estos antecedentes, comprenderás que abrí unos ojos enormes en el momento que escuché tu nombre después del “Habemus Papam” y, desde ese momento (antes de que tú lo pidieras) recé por ti y por mi querida Iglesia. Y no he dejado de hacerlo ni un solo día, desde entonces.
Cuando te vi salir al balcón, sin roquete y sin muceta, rompiendo el protocolo del saludo y la lectura del texto en latín, buscando con ello diferenciarte del resto de los Papas de la historia, dije sonriendo preocupada para mis adentros:

– “Sí, no cabe duda. Se trata del cardenal Bergoglio”.

Durante los días que siguieron a tu elección, me diste varias oportunidades para confirmar que eras el mismo a quien yo había conocido de cerca, siempre buscando ser diferente, pues pediste zapatos distintos, anillo distinto, cruz distinta, silla distinta y hasta habitación y casa distinta al resto de los Papas, que siempre se habían acomodado humildemente a lo ya existente, sin requerir de cosas “especiales” para ellos.

En esos días estaba yo tratando de recuperarme del dolor inmenso que sentía por la renuncia de mi queridísimo y admiradísimo Papa Benedicto XVI, con quien me identifiqué desde el inicio de manera extrema, por su claridad en sus enseñanzas (es el mejor profesor del mundo), por su fidelidad a la Sagrada Liturgia, por su valentía en defender la recta doctrina en medio de los enemigos de la Iglesia y por mil cosas más que no enumeraré. Con él en el timón de la Barca de Pedro, yo sentía que pisaba sobre tierra firme. Y con su renuncia, sentí que la tierra desaparecía bajo mis pies, pero la entendí, pues realmente los vientos estaban demasiado tempestuosos y el papado significaba algo demasiado rudo para sus fuerzas disminuidas por la edad, en la terrible y violenta guerra cultural que estaba librando.

Me sentía como abandonada en medio de la guerra, en pleno terremoto, en lo más feroz de un huracán y fue cuando llegaste tú a sustituirlo en el timón. ¡Tenemos capitán de nuevo, demos gracias a Dios! Confié plenamente (sin ninguna duda de por medio) en que, con la asistencia del Espíritu Santo, con la oración de todos los fieles, con el peso de la responsabilidad, con la asesoría del equipo de trabajo en el Vaticano y con la consciencia de estar siendo observado por todo el mundo, el Papa Francisco dejaría atrás las cosas especiales y las ambivalencias del Card. Bergoglio y tomaría de inmediato el mando del ejército, para, con fuerzas renovadas, continuar los pasos en la lucha intensa que su predecesor venía librando.

Pero, para mi sorpresa y desconcierto, mi nuevo general, en lugar de tomar las armas al llegar, comenzó su mandato utilizando el tiempo del Papa para telefonearle a su peluquero, a su dentista, a su casero y a su periodiquero, atrayendo las miradas hacia su propia persona y no hacia los asuntos relevantes del papado.

Han pasado seis meses desde entonces y reconozco, con cariño y emoción, que has hecho trillones de cosas buenas. Me gustan mucho (muchísimo) tus discursos formales (a los políticos, a los ginecólogos, a los comunicadores, en la Jornada de la Paz, etcétera) y tus homilías en las Fiestas Solemnes, porque en ellas se nota una minuciosa preparación y una profunda meditación de cada palabra empleada. Tus palabras, en esos discursos y homilías, han sido un verdadero alimento para mi espíritu. Me gusta mucho que la gente te quiera y te aplauda. ¡Eres mi Papa, el Jefe Supremo de mi Iglesia, de la Iglesia de Cristo!

Sin embargo, y esta es la razón de mi carta, debo decirte que también he sufrido (y sufro) con muchas de tus palabras, porque has dicho cosas que las he sentido como estocadas en el bajo vientre a mis intentos sinceros de fidelidad al Papa y al Magisterio.

Me siento triste, sí, pero la mejor palabra para expresar mis sentimientos actuales es la perplejidad. No sé, de verdad, qué debo hacer, no sé qué debo decir y qué callar, no sé hacia dónde tirar ni hacia dónde aflojar. Necesito que me orientes, querido Papa Francisco. De verdad estoy sufriendo, y mucho, por esa perplejidad que me tiene inmóvil.

Mi grave problema es que he dedicado gran parte de mi vida al estudio de la Sagrada Escritura, de la Tradición y el Magisterio, con el objetivo de tener razones firmes para defender mi fe. Y ahora, muchas de esas bases firmes resultan contradictorias con lo que mi querido Papa hace y dice. Estoy perpleja, de verdad, y necesito que me digas qué debo hacer.

Me explico con algunos ejemplos:

No puedo aplaudirle a un Papa que no hace la genuflexión frente al Sagrario ni en la Consagración como lo marca el ritual de la Misa, pero tampoco puedo criticarlo, pues ¡Es el Papa!

Benedicto XVI nos pidió, en la Redemptionis Sacramentum, que informáramos al obispo del lugar de las infidelidades y abusos litúrgicos que viéramos. Pero… ¿debo informar al Papa, o a quién, por encima de él, que el Papa no respeta la liturgia? ¿O al Papa no se le reporta? No sé qué debo hacer. ¿Desobedezco las indicaciones de nuestro Papa emérito?

No puedo sentirme feliz de que hayas eliminado el uso de la patena y los reclinatorios para los comulgantes; y menos me puede encantar que no bajes nunca a dar la comunión a los fieles, que no te llames a ti mismo “el Papa” sino sólo “el obispo de Roma”, que no uses ya el anillo de pescador, pero tampoco puedo quejarme, pues ¡eres el Papa!

No puedo sentirme orgullosa de que le hayas lavado los pies a una mujer musulmana en el Jueves Santo, pues es una violación a las normas litúrgicas, pero no puedo decir ni pío, pues ¡Eres el Papa, a quien respeto y le debo ser fiel!

Me dolió terriblemente cuando castigaste a los frailes franciscanos de la Inmaculada porque celebraban la Misa en el rito antiguo, pues tenían el permiso expreso de tu predecesor en la Summorum Pontificum. Y castigarlos, significa ir en contra de las enseñanzas de los Papas anteriores. Pero ¿a quién le puedo contar mi dolor? ¡Eres el Papa!

No supe qué pensar ni qué decir, cuando te burlaste públicamente del grupo que te mandó un ramillete espiritual, llamándoles “ésos que cuentan las oraciones”. Siendo el ramillete espiritual una tradición hermosísima en la Iglesia, ¿qué debo pensar yo, si a mi Papa no le gusta y se burla de quienes los ofrecen?

Tengo mil amigos “pro-vida” que, siendo católicos de primera, los derrumbaste hace unos días al llamarles obsesionados y obsesivos. ¿Qué debo hacer yo? ¿Consolarlos, suavizando falsamente tus palabras o herirlos más, repitiendo lo que tú dijiste de ellos, por querer ser fiel al Papa y a sus enseñanzas?

En la JMJ llamaste a los jóvenes a que “armaran lío en las calles”. La palabra “lío”, hasta donde yo sé, es sinónimo de “desorden”, “caos”, “confusión”. ¿De verdad eso es lo que quieres que armen los jóvenes cristianos en las calles? ¿No hay ya bastante confusión y desorden como para incrementarlo?

Conozco a muchas mujeres solteras mayores (solteronas), que son muy alegres, muy simpáticas y muy generosas y que se sintieron verdaderas piltrafas cuando tú le dijiste a las religiosas que no debían tener cara de solteronas. Hiciste sentir muy mal a mis amigas y a mí me dolió en el alma por ellas, pues no tiene nada de malo haberse quedado soltera y dedicar la vida a las buenas obras (de hecho, la soltería viene especificada como una vocación en el Catecismo). ¿Qué les debo decir yo a mis amigas “solteronas”? ¿Que el Papa no hablaba en serio (cosa que no puede hacer un Papa) o mejor les digo que apoyo al Papa en que todas las solteronas tienen cara de religiosas amargadas?

Hace un par de semanas dijiste que “éste, que estamos viviendo, es uno de los mejores tiempos de la Iglesia”. ¿Cómo puede decir eso el Papa, cuando todos sabemos que hay millones de jóvenes católicos viviendo en concubinato y otros tantos millones de matrimonios católicos tomando anticonceptivos; cuando el divorcio es “nuestro pan de cada día” y millones de madres católicas matan a sus hijos no nacidos con la ayuda de médicos católicos; cuando hay millones de empresarios católicos que no se guían por la doctrina social de la Iglesia, sino por la ambición y la avaricia; cuando hay miles de sacerdotes que cometen abusos litúrgicos; cuando hay cientos de millones de católicos que jamás han tenido un encuentro con Cristo y no conocen ni lo más esencial de la doctrina; cuando la educación y los gobiernos están en manos de la masonería y la economía mundial en manos del sionismo? ¿Es éste el mejor tiempo de la Iglesia?

Cuando lo dijiste, querido Papa, me aterré pensando si lo decías en serio. Si el capitán no está viendo el iceberg que tenemos enfrente, es muy probable que nos estrellemos contra él. ¿Lo decías en serio porque así lo crees sinceramente o fue “sólo un decir”?

Muchos grandes predicadores se han sentido desolados al saber que dijiste que ya no hay que hablar más de los temas de los cuales la Iglesia ya ha hablado y que están escritos en el Catecismo. Dime, querido Papa Francisco, ¿qué debemos hacer, entonces, los cristianos que queremos ser fieles al Papa y también al Magisterio y a la Tradición? ¿Dejamos de predicar aunque San Pablo nos haya dicho que hay que hacerlo a tiempo y destiempo? ¿Acabamos con los predicadores valientes, los forzamos a enmudecer, mientras apapachamos a los pecadores y con dulzura les decimos que, si pueden y quieren, lean el Catecismo para que sepan lo que la Iglesia dice?

Cada vez que hablas de “los pastores con olor a oveja”, pienso en todos aquellos sacerdotes que se han dejado contaminar por las cosas del mundo y que han perdido su aroma sacerdotal para adquirir cierto olor a podredumbre. Yo no quiero pastores con olor a oveja, sino ovejas que no huelen a estiércol porque su pastor las cuida y las mantiene siempre limpias.

Hace unos días hablaste de la vocación de Mateo con estas palabras: “Me impresiona el gesto de Mateo. Se aferra a su dinero, como diciendo: ‘¡No, no a mí! No, ¡este dinero es mío!”. No pude evitar comparar tus palabras con el Evangelio (Mt 9, 9), contra lo que el mismo Mateo dice de su vocación: “Y saliendo Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado frente al telonio, el cual se llamaba Mateo, y le dijo: Sígueme. Y éste se levantó y le siguió.”

No puedo ver en dónde está el aferramiento al dinero (tampoco lo veo en el cuadro de Caravaggio). Veo dos narraciones distintas y una exégesis equivocada. ¿A quién debo creer, al Evangelio o al Papa, si quiero (como de verdad quiero) ser fiel al Evangelio y al Papa?

Cuando hablaste de la mujer que vive en concubinato después de un divorcio y un aborto, dijiste que “ahora vive en paz”. Me pregunto: ¿Puede vivir en paz una mujer que está voluntariamente alejada de la gracia de Dios?

Los Papas anteriores, desde San Pedro hasta Benedicto XVI, han dicho que no es posible encontrar la paz lejos de Dios, pero el Papa Francisco lo ha afirmado. ¿Qué debo apoyar, el magisterio de siempre o esta novedad? ¿Debo afirmar, a partir de hoy, para ser fiel al Papa, que la paz se puede encontrar en una vida de pecado?

Después, soltaste la pregunta pero dejaste sin respuesta lo que debe hacer el confesor, como si quisieras abrir la caja de Pandora, sabiendo que hay cientos de sacerdotes que, equivocadamente, aconsejan seguir en concubinato. ¿Por qué mi Papa, mi querido Papa, no nos dijo en pocas palabras lo que se debe aconsejar en casos como éste, en lugar de abrir la duda en los corazones sinceros?

Conocí al cardenal Bergoglio en plan casi familiar y soy testigo fiel de que es un hombre inteligente, simpático, espontáneo, muy dicharachero y muy ocurrente. Pero, no me gusta que la prensa esté publicando todos tus dichos y ocurrencias, porque no eres un párroco de pueblo; no eres ya el arzobispo de Buenos Aires; ahora eres ¡el Papa! y cada palabra que dices como Papa, adquiere valor de magisterio ordinario para muchos de los que te leemos y escuchamos.

En fin, ya escribí demasiado abusando de tu tiempo, mi buen Papa. Con los ejemplos que te he dado (aunque hay muchos otros) creo que he dejado claro el dolor por la incertidumbre y perplejidad que estoy viviendo.

Sólo tú puedes ayudarme. Necesito un guía que ilumine mis pasos con base en lo que siempre ha dicho la Iglesia, que hable con valentía y claridad, que no ofenda a quienes trabajamos por ser fieles al mandato de Jesús; que le llame “al pan, pan y al vino, vino”, ‘pecado’ al pecado y ‘virtud’ a la virtud, aunque con ello arriesgue su popularidad. Necesito de tu sabiduría, de tu firmeza y claridad. Te pido ayuda, por favor, pues estoy sufriendo mucho.

Sé que Dios te ha dotado de una inteligencia muy aguda, así que, tratando de consolarme a mí misma, he podido imaginar que todo lo que haces y dices es parte de una estrategia para desconcertar al enemigo, presentándote ante él con bandera blanca y logrando así que baje la guardia. Pero me gustaría que nos compartieras tu estrategia a los que luchamos de tu lado, pues, además de desconcertar al enemigo, también nos estás desconcertando a nosotros y ya no sabemos hacia dónde está nuestro cuartel y hacia dónde está el frente enemigo.

Te agradezco, una vez más, todo lo bueno que has hecho y dicho en las fiestas grandes, cuando tus homilías y discursos han sido hermosos, porque de verdad me han servido muchísimo. Tus palabras me han animado e impulsado a amar más, a amar siempre, a amar mejor y a enseñarle al mundo entero el rostro amoroso de Jesús.

Te mando un abrazo filial muy cariñoso, mi querido Papa, con la seguridad de mis oraciones. Te pido también las tuyas, por mí y por mi familia, de la cual te anexo una fotografía, para que puedas rezar por nosotros, con caras y cuerpos conocidos.

Tu hija que te quiere y reza todos los días por ti,

Lucrecia Rego de Planas

martes, 24 de septiembre de 2013

Mensaje a Luz de María - 21 de Septiembre de 2013

Jul 30_13 Mi misma Iglesia, está también muy afectada, y aparentando ser restaurada...

Rosario vespertino.

Temas:
* Son tiempos difíciles de discernir los que estáis viviendo, especialmente, porque la gran mayoría de vosotros estáis viviendo en pecado, en maldad y muy apartados de Mis Leyes y de Mi Amor.
* Tened cuidado, os vuelvo a prevenir, satanás os está acechando continuamente, os sigue atacando y seguirá, hasta que os destruya completamente si no regresáis a Mí.
* Os amo tanto, Mis pequeños, pero necesitáis ya una lección, preparaos para ella, manteneos en estado de Gracia y unidos, perfectamente, a Mi Corazón, ayudaréis a muchos de vuestros hermanos.
* Por más que os prevengo, no entendéis, arrodillados tendríais que estar ya  para disminuir los acontecimientos de la purificación.
* Muchas almas dependen de vuestra salvación por vuestra oración y, esto os lo he venido repitiendo muchas veces, pero desperdiciáis vuestro tiempo de oración y os dais más al mundo.  

Mensaje de Dios Padre a J. V.

Primer Misterio, Habla Dios Padre.
Sobre: Son tiempos difíciles de discernir los que estáis viviendo, especialmente, porque la gran mayoría de vosotros estáis viviendo en pecado, en maldad y muy apartados de Mis Leyes y de Mi Amor.   
Hijitos Míos, satanás es muy astuto, os hace creer cosas que no existen y, especialmente, a través de los gobernantes de la Tierra que se han vendido a él. Se os hace creer, en vuestra sociedad, que todo va bien, que no veáis cosas que no existen, cuando en la realidad, sí existen. Hay demasiada maldad ya entre vosotros, Mis pequeños y, también, en vuestro corazón. Estáis viendo en los gobiernos de la Tierra tantas injusticias y maldades y no se actúa como se debería actuar, no se le ayuda verdaderamente al necesitado y muchas veces, hasta se le ataca.

Todos vosotros necesitáis ayuda de alguna forma, ya sea a nivel espiritual o a nivel material y humano o quizá necesitéis de todo esto, y Yo que Soy vuestro Dios, velo por vuestras necesidades. Ciertamente, a veces Me echáis en cara que Yo no os estoy cuidando y no es así, Mis pequeños, lo que es más seguro y que generalmente sucede, es que vosotros no estáis en la situación espiritual en la que Yo os pido que estéis y esto lo hago para que realmente exista una comunicación continúa e íntima Conmigo, con vuestro Dios.

Vosotros queréis todo y ciertamente, en Mi Promesa, al daros el don de la vida, Yo os cuido, pero vosotros no estáis en la mejor forma espiritual en la cual Me podáis agradar, que es en el estado de Gracia. No os importa ya vivir puros de corazón, en donde os podáis comunicar Conmigo, en una forma bella, pero sobre todo, limpios. Os presentáis ante Mí en harapos, sucios y ése es el estado de vuestra alma y esto no puede ser, Mis pequeños.

Estáis aquí en la Tierra para ayudar a que vuestros hermanos vivan de la mejor forma espiritual y vosotros no estáis dando el mejor ejemplo, ¿cómo queréis que Yo os ayude plenamente, cuando vosotros no estáis haciendo, la más de las veces, ni lo más mínimo para presentaros, ante Mí, limpios y puros?

Os repito, satanás es muy astuto y os está llevando a vivir en pecado y en una maldad tremenda.

Los gobiernos de la Tierra están siendo afectados fuertemente por su maldad, Mi misma Iglesia está también muy afectada, y aparentando ser restaurada, cuando la maldad sigue creciendo en ella.

Tened cuidado, Mis pequeños, manteneos en oración, porque satanás todavía tratará de destruir todo lo que viene de Mí, y a vosotros mismos que estáis Conmigo.

Se os ha explicado a través de las apariciones con Mi Hija, La Siempre Virgen María y en muchas otras apariciones, el actuar de satanás y no estáis tomando precauciones. Es una realidad, os quiere destruir, quiere destruir toda Mi Creación, os quiere quitar Mi Amor, os quiere quitar la vida Sacramental y espiritual. Iréis viendo como vuestra vida espiritual va a ir decayendo, se os llevará hacia una supuesta espiritualidad mundana, buscando solamente los valores del Mundo, aparentando que son valores espirituales. Vosotros debéis buscar lo que tenéis en las Sagradas Escrituras y, principalmente, lo que Mi Hijo os enseñó y Vivió para que vosotros mismos lo vivierais y lo transmitierais y aquel que os enseñe una cosa diferente a lo que os dejó Mi Hijo, no viene de Mí y os está engañando.

Por eso la oración continua, Conmigo, os va a ayudar a discernir y a que podáis vosotros daros cuenta dónde está la Verdad que deberéis seguir y dónde está la mentira que deberéis desechar y, es más, hasta anunciar a vuestros hermanos para que no caigan en ella.

Son tiempos difíciles de discernir los que estáis viviendo, especialmente, porque la gran mayoría de vosotros estáis viviendo en pecado, en maldad y muy apartados de Mis Leyes y de Mi Amor. Por eso muchas almas serán engañadas y condenadas porque satanás, al ser tan astuto, os dará lo que vosotros queréis escuchar en vuestros oídos, pero no en vuestro corazón, porque en vuestro corazón se encuentra Mi Santo Espíritu, que os indica qué es lo bueno y qué es lo malo y, por eso, no queréis escucharLe a Él y Le acalláis y solamente os mantenéis en lo superfluo, en lo humano.

Os sigo avisando todo esto, Mis pequeños, para que perseveréis en la oración, para que estéis preparados para los embates de satanás y para que podáis vencerlo con todas las armas que Yo os he dado, especialmente con los Sacramentos y la vida de oración.

Ya os he explicado que la vida del verdadero cristiano es difícil, son espinas y es angosto el camino, pero los que están Conmigo lo aceptan, perseveran, dan fruto y obtienen su premio eterno.

Si alguien os pone un camino fácil a seguir, tened cuidado, no viene de Mí.
Gracias, Mis pequeños.

Segundo Misterio, Habla Dios Padre.
Sobre: Tened cuidado, os vuelvo a prevenir, satanás os está acechando continuamente, os sigue atacando y seguirá, hasta que os destruya completamente si no regresáis a Mí.
¿Cuándo entenderéis, Mis pequeños, que sin Mí no sois nada? Os lo repito y os lo repito y vosotros seguís haciendo vuestras cosas sin tomarMe en cuenta; estáis ciegos y sordos, necesitáis de un Guía, Perfecto y Amoroso, que Soy Yo, vuestro Dios y no Me tomáis en cuenta, para que, al tenerMe a Mí, al tener Mi Sabiduría, al tener Mi Perfección, todo os saldrá mucho mejor que cuando vosotros mismos queréis hacer vuestras cosas.

Estáis viendo a vuestro alrededor cómo todo va cayendo, todo se va desmoronando, cómo satanás va destruyendo, con su maldad, tanto lo material como lo espiritual. Veis luchas fraternas, veis maldad en los gobiernos contra los más pequeños y ni aún así queréis entender. Frente a vosotros, a veces, suceden injusticias clarísimas y no movéis un solo dedo para tratar de ayudar a aquél hermano vuestro de quien se están aprovechando. Tantas cosas malas que veis a vuestro alrededor y muchas de ellas las veis como algo normal que está sucediendo en vuestra vida y que, en algún momento, quizá, tendréis que tomarlas.Se os hace normal ya, ver la maldad en varios niveles y como no podéis luchar contra ésa maldad, porque la veis muy grande, la permitís en vuestro ser.

No os acordáis, Mis pequeños, que Yo Soy vuestro Dios y que muy por encima de la maldad de satanás, estoy Yo para ayudaros y, seguís, así, Mis pequeños, dejándoos llevar por toda ésa maldad de satanás, que está sembrando por todos lados, irremediablemente moriréis en su pecado.

Satanás no os puede traer nada bueno en vuestra vida, entendedlo, él os quiere destruir en cuerpo y alma y todo lo que Yo he creado para consentiros.

Dejad por un lado ya vuestra soberbia, vuestra negligencia, vuestra tontería y dejad que Mi Santo Espíritu venga a hacer un recuento de obras dentro de vuestro corazón, para que os deis, verdaderamente cuenta, cómo está vuestra alma. Y esto os lo pido que lo hagáis, porque estáis a momentos, breves, muy breves.

Preparaos, Mis pequeños y preparad, con vuestra oración, a vuestros hermanos que están distraídos con las cosas del mundo. Enseñad valores, moved corazones con vuestro ejemplo, con vuestras palabras, con vuestra acción espiritual perfecta. Sed ejemplo vivo de Mi Hijo sobre la Tierra que, al serlo, ciertamente, moveréis corazones pero, también, satanás os atacará más, porque él no quiere que vosotros salvéis las almas de vuestros hermanos, pero Yo estaré con vosotros, pase lo que pase, es Mi Promesa, de vuestro Padre y vuestro Dios.

Os amo, Mis pequeños, pero vuestra tontería, vuestra negligencia, vuestra maldad, hace que Mi Amor no produzca lo que bello que debe producir en vuestro ser, porque al no estar Conmigo, no dais frutos. Tened cuidado, os vuelvo a prevenir, satanás os está acechando continuamente, os sigue atacando y seguirá, hasta que os destruya completamente si no regresáis a Mí.
Gracias, Mis pequeños.

Tercer Misterio, Habla Dios Padre.
Sobre: Os amo tanto, Mis pequeños, pero necesitáis ya una lección, preparaos para ella, manteneos en estado de Gracia y unidos, perfectamente, a Mi Corazón, ayudaréis a muchos de vuestros hermanos
Hijitos Míos, os preocupáis demasiado en los pormenores que se darán en la purificación, no solamente del género humano, sino del Universo entero.

Ciertamente, grandes desastres, persecuciones, maldad satánica y muchas otras cosas se han de desatar para vuestra purificación pero, también, por otro lado, os he explicado que Yo voy a estar junto a vosotros. Sois Mis hijos, como Yo Soy vuestro Padre, Me habéis buscado y Me he dejado encontrar. Estáis desperdiciando el tiempo precioso del don de la vida que Yo os concedí; estáis unidos con infinidad de almas, aunque ahora no lo percibís perfectamente. ¿Qué esperáis pues, Mis pequeños, en iniciar en vosotros un cambio tajante en el actuar de vuestra vida?

Ciertamente, algunos de vosotros lográis ciertos cambios, pero no lo suficientemente fuertes y purificadores como para alcanzar vuestra santidad de vida y, con esto, que seáis ejemplo para vuestros hermanos y que, al veros, ellos también deseen un cambio de vida.

Tantos y tantos regalos espirituales que Yo os podría dar si Me los pidierais, pero, sobre todo, que Yo viera que les sacaríais provecho pero, no, os mantenéis en lo miserable que sois, pequeñas arenitas, insignificantes, como sois, y no queréis mejorar.

Debéis hacer todo lo posible para obrar correctamente y, hasta os quisiera decir que, al hacerlo, pudierais dejar estela atrás de vosotros, para que se hablara de vosotros en un lejano futuro.

Sí, Mis pequeños, deseo en vosotros vuestra santidad, una santidad de vida como la de los grandes santos.

Mis Bendiciones continuamente caen sobre vosotros, pero no las aprovecháis por estar tan distraídos en las cosas del mundo y, esto es una realidad, Mis pequeños,se desperdicia demasiado de Mis Bienes. Os amo tanto, Mis pequeños, pero necesitáis ya una lección, preparaos para ella, manteneos en estado de Gracia y unidos, perfectamente, a Mi Corazón, ayudaréis a muchos de vuestros hermanos. No os resistáis ya a Mi Gracia, dejadla vivificar todo vuestro ser.

Pronto os daréis cuenta todo lo que habéis desperdiciado de Mis regalos espirituales porque habéis preferido los materiales, que no os darán el crecimiento espiritual que deseo de cada uno de vosotros. Preparad vuestro regreso, Mis pequeños, preparad una nueva vida, preparaos para estar perfectamente limpios ante Mi Presencia.
Gracias, Mis pequeños.

Cuarto Misterio, Habla Dios Padre.
Sobre: Por más que os prevengo, no entendéis, arrodillados tendríais que estar ya  para disminuir los acontecimientos de la purificación.
Hijitos Míos, grandes cambios veréis en la Tierra y en el Universo entero. La lucha entre los poderes Celestiales y satánicos está muy fuerte ya en el Universo y también aquí en la Tierra. Estáis viendo el resultado de haber escogido el mal y no al Bien.

Os he dado el Libre Albedrío para que vosotros mismos escogierais qué camino seguir, pero los que han actuado con Sabiduría, tomando de Mí, Mis Consejos, no padecerán lo mismo que aquellos que, no quisieron ni cambiar y prefirieron seguir en el error.

Ciertamente, tendréis capacidades espirituales tremendas, siempre que abráis de par en par las puertas de vuestra alma y de vuestro corazón, para que Yo penetre perfectamente en vosotros.

La humanidad está siendo engañada por satanás, pidiéndole poderes o capacidades sobrenaturales, y todo, para ir creciendo todavía más en soberbia.

Grandes acontecimientos, unos destructivos y otros restauradores, iréis viendo por todos lados de vuestro planeta.

Conoceréis infinidad de cosas que estaban veladas a vuestros ojos. Los que estéis viviendo en el Bien, gozaréis de lo que tendréis en éste tiempo por venir y, los que no queráis vivir de acuerdo a Mi Voluntad, mucho desperdiciaréis.

Por más que os prevengo, no entendéis, arrodillados tendríais que estar ya para disminuir los acontecimientos de la purificación.

Obrad en el Bien, para que os ganéis Mi Benevolencia, mucho Bien todavía podéis hacer. Mi Amor cae sobre vosotros como lluvia mañanera, purificando y perfeccionando todo pero, vosotros, con vuestro actuar en el mal, volvéis a hacer que lo Mío se vuelva malo e inaceptable a Mis Ojos. MostradMe pues, vuestro corazón purificado, para que Yo lo santifique.

Alegraos, Mis pequeños, en estos tiempos de tristeza espiritual, porque esto quiere decir que se viene ya vuestra liberación. Los que Me habéis pedido el cambio, gozaréis lo que se vendrá, a pesar de que veréis grandes cosas muy feas, a vuestros ojos, a vuestra mente y a vuestro corazón.

Daos por vuestros hermanos y así Yo Me daré por vosotros. Mientras más de vuestro amor deis a vuestros hermanos, más Me derramaré sobre vosotros.

Confiad en Mí, Mis pequeños, en que Mi Benevolencia hará Justicia a todas las almas, Yo os conozco perfectamente, sé cómo actuáis, cómo habéis actuado y vuestra recompensa tendréis por haber estado Conmigo. Mis Bendiciones quedan sobre vosotros, Mis pequeños.
Que así sea.

Quinto Misterio, Habla Dios Padre.
Sobre: Muchas almas dependen de vuestra salvación por vuestra oración y, esto os lo he venido repitiendo muchas veces, pero desperdiciáis vuestro tiempo de oración y os dais más al mundo. Hijitos Míos, os pido que hagáis un cambio de vida y, especialmente, con vuestros hermanos necesitados. La gran mayoría de vosotros nacisteis en hogares católicos, en donde se os dio conocimiento de Mi Amor desde pequeños.

Muchos, muchos hermanos vuestros, a los cuales criticáis, porque están haciendo el mal, posiblemente nacieron en hogares con muchas fallas espirituales y vuestra obligación es acercarlos con vuestra oración a Mi Corazón.

Ciertamente, vosotros podéis restaurar el mundo y el Universo entero con vuestra oración, porque os he dicho que la oración no tiene límites y puede traspasar cualquier frontera y distancia, puede llegar a donde menos os imagináis y tendrá un efecto total, cuando Me lo pedís de corazón, porque Me lo estaréis pidiendo a Mí, que Soy vuestro Dios y nada ni nadie puede detener Mis Capacidades Divinas y, por eso os pido tanto que unáis todo vuestro ser, todas vuestras intenciones, todos vuestros deseos bellos y sanadores a Mí, vuestro Dios.

Cuando actuamos así, como Padre e hijos, vosotros, en vuestra oración, producís milagros y es una realidad, Mis pequeños, aunque no lo estéis viendo en estos momentos, pero os lo dejaré conocer en un determinado momento, para que veáis cuántos milagros vosotros lograsteis a lo largo de vuestra vida a través de la oración de corazón, que hicisteis unidos a Mí, para el bien de vuestros hermanos.

No os detengáis, Mis pequeños, en el pedir, en el convertir, en el llenar los corazones de amor, mucho todavía haréis. El tiempo es corto y vuestra tarea cada vez más grande y os lo pongo así, Mis pequeños, porque es un realidad, que ya os he explicado, que mientras más cercanos estéis del momento de la purificación Universal, los poderes de satanás se harán más intensos, más destructivos.

Muchas almas dependen de vuestra salvación por vuestra oración y, esto os lo he venido repitiendo muchas veces, pero desperdiciáis vuestro tiempo de oración y os dais más al mundo. Dad Vida, porque estáis Conmigo y vinisteis a eso, para dar vida y no para destruir, como satanás lo hace, estáis Conmigo o estáis contra Mí, estáis para salvar a vuestros hermanos o para ayudarle a satanás en su condenación eterna. Meditad esto, Mis pequeños.
Gracias, Mis pequeños.